
“La Fundadora” fue el nombre de la primera embarcación que navegara las aguas del Lago Llanquihue. Construida a fines del año 1852, era una embarcación pequeña, a vela, del tipo balandra. Fue construida por orden de don Vicente Pérez Rosales según decreto del Supremo Gobierno y cuyo texto hemos visto en páginas anteriores. Su construcción se realizó junto a las orillas del lago, en el lugar denominado “La Fábrica”, y dio origen al nombre de aquel lugar hasta el día de hoy. El costo de la obra fue de $ 345 y su aparejamiento fue de $ 245, lo que dio un total de $ 640, incluyendo otros gastos necesarios para el servicio. También se construyeron dos botes o chalupas para llevar al remolque, destinados al embarque y desembarque de los pasajeros y enseres en los lugares donde era necesario recalar.
En el viaje de inauguración, que efectuó esta
embarcación en el mes de enero de 1853, fueron trasladados a la localidad de
Playa Maitén los colonos con sus familiares y enseres; eran las familias
Siebert, Mardorf, Ochs, Andler y otros.
Este velero debía realizar toda clase de
servicios como traslado de los recién llegados o viajes de auxilio y transporte
de víveres y materiales. Tenía que hacer
viajes regulares con salidas desde Puerto
Chico los días lo, 10 y 20 de cada mes para llegar a Playa Maitén los días 3,
13 y 23; para el itinerario de retorno se tenían 1 días siguientes. Estaba
ordenado que tenía que recalar en todos
los puertos y playas donde estaban radicados los colonos. Para mayor seguridad
y obtener un servicio expedito, los colonos que requerían su servicio,
colocaban una bandera blanca en la playa, pues éste era el i sistema del aviso
o de señal.
Los sueldos y salarios del personal eran los
siguientes : en abril de 1853, el piloto, que hacía las veces de H capitán,
ganaba $ 20 mensuales y los tres marineros $ 10 cada uno al mes. Algunos meses
después se reajustaron estos últimos en $ 13 y $ 14. En comparación de estas
cantidades, se pueden nombrar algunos precios que W regían en ese tiempo: una
vaca costaba $ 8 y un buey $15; una cuadra de terreno costaba $ 1. De igual
forma se pueden comparar también los precios de construcción de esas
embarcaciones.
El primer piloto de “La Fundadora” fue don
Pedro María Uribe, los marineros fueron Atanacio Mansilla, M Tomás Hernández y
Claudio Uribe. En 1854 se encomendó a don Fernando Hess efectuar una reparación
al velero, que fue ejecutada por el carpintero Marcos Pacheco, el cual percibió la cantidad de $95
, Don Fernando Hess cobró $ 50 por la
compra de dos chalupas nuevas para el servicio del velero. Una nueva
reparación, que duró desde noviembre de 1855 l hasta el 15 de enero de 1856,
fue necesario hacerle a "La Fundadora”. Los trabajos los hizo don
Francisco Pacheco y cobró $ 16 mensuales.
El transporte era sin costo para los colonos y
libremente también transportaban sus enseres y víveres.
Esta primera balandra se mantuvo hasta el mes
de julio de 1856, fecha en que un fuerte temporal la hizo naufragar.
EL “ENRIQUETA”
Desde la puesta en servicio, el “Enriqueta” zarpaba
de Puerto Chico los días martes en dirección a la localidad de Playa Maitén.
Debía recalar en todos los puertos del trayecto, regresando al día siguiente y
haciendo el mismo itinerario. En uno de estos recorridos, en el año 1874, varó
en unos bajos existentes en las
cercanías de la “Punta de los Bajos”,
destruyéndose la hélice. Con grandes dificultades pudo ser reflotado y
remolcado hasta Puerto Octay para su reparación. Algunos años más tarde el
señor Schulz transfirió el "Enriqueta” a don Gustavo Schminke, quien lo
mantu- en servicio de cabotaje hasta
1884. Siendo ya obsoleto y debido a la inseguridad que ofrecía por el -1
estado, su propietario lo fondeó en Octay, donde posteriormente fue abandonado
hasta que sus restos se rundieron en el fango.
EL“CLARA”
hacia la orilla; el 27 de febrero la cubierta
superior aparecía en la superficie y se termina el reflotamiento el 12 de marzo
de 1896. Posteriormente pudo ser remolcado por el vapor Llanquihue a un lugar
más seguro a fin de hacerle una reparación total para ponerlo en condiciones de
navegación. El reflotamiento lo dirigió don Augusto Wittwer. Esta reparación
sólo iba a durar pocos meses, debido a que en el invierno siguiente, en 1896,
nuevamente es sorprendido por un fuerte temporal, saliendo de Puerto Varas
hacia el norte, donde desapareció definitivamente.
EL “LLANQUIHUE”
Este vapor fue construido en Puerto Chico por
don Femando Hess en sociedad con don Gustavo Hollstein. Fue botado al agua el
lo de febrero de 1894; el casco era de madera con cuadernas de fierro y tenía
una capacidad de 75 toneladas. En el año 1897 es adquirido por don Gustavo
Schminke. Realizaba viajes regulares entre Puerto Chico a Puerto Octay y Puerto
Varas a Ensenada, tocando en todos los puertos intermediarios. Todo el
movimiento de sur a norte y viceversa, se desarrollaba en aquella época a
través del Lago Llanquihue y era la única vía de comunicación existente entre
el norte y el sur.
El 28 de septiembre de 1900, encontrándose
cerca de Puerto Octay, un incendio produjo grandes daños al ‘Llanquihue”. En
ese viaje conducía 56 terneros y 6 caballares, los que, en vista del peligro,
fueron lanzados al agua para que alcanzaran la playa cercana; lamentablemente
no fue así y sólo se salvaron 6 terneros y un caballo. Con mucha dificultad fue
sofocado el incendio que estaba bajo cubierta y muy cerca de la caldera,
Siendo remolcado hasta Puerto Octay, lugar
donde hubo que hacerle reparaciones de consideración. El 16 de octubre de 1900
volvió a reanudar el servicio y poco antes de los dos años, un segundo
incendio, el 20 de julio de 1902, en el muelle de Puerto Octay, también le
causó enormes pérdidas. Estos incendios motivaron a su propietario a un cambio
total de maquinaria. Sin embargo, no fueron los anteriores los únicos percances
que sufrió el “Llanquihue”. En la noche del 8 al 9 de mayo de 1904, se varó en
unos bajos existentes cerca de la Punta de los Bajos, sufriendo la quebradura
de la hélice y de su eje, causando graves desperfectos y daños económicos para
su dueño. Hubo de ser remolcado por el vapor “Colonia” hasta Puerto Octay para
efectuarle una costosa reparación. Un tercer incendio, ocurrido en el mes de
julio del año 1909, frente a la costa de La Poza, hizo desaparecer
definitivamente este vapor.
EL “COLONIA”
Muy poco después que perdiera el “Clara”, don
Eugenio Schulz termina la construcción del “Colonia”, que fuera lanzado al agua
en octubre de 1896. Como los anteriores, el casco era de madera sujeta en
cuadernas de fierro. La eslora alcanzaba a 33 metros, lo que le permitía una
capacidad de 120 toneladas. Era una hermosa nave, provista de muchas
comodidades y de gran capacidad. Tenía el defecto que su andar era lento debido
a que las fuerzas de la máquina y de la caldera no guardaban relación con el
tamaño de la nave. En enero del año 1897 el “Colonia” es adquirido por don
Gustavo Schminke, quedando este señor con dos barcos: el “Colonia” y el
“Llanquihue”. En el mes de mayo de aquel año, entre los pasajeros que viajaban
desde Ensenada a Puerto Chico, se encontraban los
miembros de la Comisión Chilena de Límites, señores Steffen, Von Schellendorff,
Hom, Fischer y otros, que regresaban de Un viaje de estudios desde Nahuelhuapi.
Un fortísimo temporal de norte puso en esa misma ocasión en serio peligro a
este vapor, debiendo ser auxiliado por el '"Llanquihue” y remolcado a
puerto. Un trágico accidente acaeció el 28 de octubre de 1899, fecha en que se
hogó el capitán del “Colonia”, señor Niess: un fuerte temporal cortó las
amarras del bote salvavidas haciendo fructuosos los esfuerzos de éste que
pretendió alcanzar nado el bote, desapareciendo bajo las grandes olas de las
tempestuosas aguas.
El año 1907 el propietario de esta nave es don
Ricardo Roth. Ese mismo año éste inició las caravanas turísticas con la llegada
de los primeros siete turistas desde Buenos Aires a San Carlos de Bariloche y
pasando Chile. Los turistas se embarcaron en Ensenada hacia Puerto Varas y
desde allí continuaron viaje a Puerto Octay, Osorno y norte del país.
En los relatos anteriores se ha visto que los
vapores estaban constantemente expuestos al peligro causado por incendios.
El 14 de septiembre de 1912 se produjo un
Incendio, cuando el vapor se encontraba atracado en el Muelle de Octay, el cual
pudo ser sofocado rápidamente.
investigaciones posteriores demostraron que se Había rociado petróleo
con el objeto de incendiarlo, Esta
grande y cómoda nave tuvo, sin embargo, un
trágico fin, cuando el 21 de abril de 1915, zarpaba del Muelle
Wyhmeister de Los Riscos. La caldera estalló lentamente, pereciendo 13
personas, entre tripulantes pasajeros, los cuales fueron: Teresa Schminke, José
'reamo, Hilaria Gallardo vda. de Gallardo e hijos Federico y Rafael, Leopoldo Rivera, Antonio
Villarroel, Carlos Roschets, Eleuterio Gallardo, capitán; Antonio Ampuero,
maquinista; Pedro Oyarzo, cocinero; Antonio Caiman, marinero, y Arturo Paredes,
marinero.
Milagrosamente se salvaron el piloto don
Antonio Aguila y el pasajero don Eduardo Wolleter, debido a que ambos se
encontraban en ese instante en la cabina sobre la cubierta de popa. Esa parte
de la cubierta, conjuntamente con la cabina, permaneció a flote sobre el agua,
puesto que era totalmente de madera. La causa de la explosión se atribuye a una
negligencia y descuido del maquinista, quien tenía la costumbre de poner un
peso a la válvula de escape del vapor proveniente de la caldera; esto produjo
una sobrepresión dentro de la caldera, lo que ésta no resistió. Además la
caldera, que era demasiado pequeña, no respondía para darle una mayor velocidad
a la nave; el maquinista cometió este error, el que al final causó el desastre.
Esta fue la tragedia de mayor proporción por la pérdida de vidas acaecida hasta
esa fecha en el Lago Llanquihue, además de la pérdida total del barco.
EL “SANTA ROSA”
En el año 1902 un grupo de personas de Puerto
Varas formaron una sociedad con el objeto de construir un vapor para destinarlo
al cabotaje en el lago. La sociedad se formalizó el 11 de septiembre de 1902,
la que giraba bajo la razón social de “Sociedad Klenner, Niklitscheck y
Compañía”; su capital inicial era de $ 50.000 y se componía de 65 socios. Este
nuevo vapor, al que se le asignó el nombre de “Santa Rosa”, fue construido por
la firma Behrens, de Valdivia, y siendo el
Varios días demoraron en recorrer este
trayecto; finalmente en Puerto Chico se procedió a la armadura final y
terminación de su aperamiento. El 13 de diciembre de 1903 pudo el “Santa Rosa”
realizar el viaje de inauguración entre Puerto Varas y Puerto Octay. Fue este
un viaje muy pintoresco usando máquinas a vapor y velas. En medio del trayecto,
el barco sufrió la quebradura de una parte vital de la máquina, debiendo ser
auxiliado y remolcado para su reparación.
El “Santa Rosa” tuvo varios propietarios en
pocos años. La primitiva sociedad fue modificada; unos socios se retiraron y
otros ingresaron. La nueva sociedad, que giraba con el nombre “José Matzner y
otros”, se constituyó en el mes de noviembre de 1910. Esta lo mantuvo durante
tres años y en enero de 1914 fue adquirido por don Cristino Haase. Con el vapor
también se transfirieron los dos muelles y bodegas que la sociedad poseía en
Puerto Varas y Puerto Octay. En 1915, el señor Haase vendió el “Santa Rosa” a.
don Augusto Minte y el valor de la transacción ascendió a la suma de $ 40.000,
incluyendo algunos repuestos de reserva como la hélice y otros. En septiembre
del año
1918 fue adquirido por don Carlos Heim,
navegando sin interrupción hasta 1938, año en que se le hizo una reparación y
transformación general. En efecto, se sacaron las máquinas para hacerle una
reparación completa a fin de darle una mayor eslora hasta alcanzar 36 metros.
Además fue modernizado con acomodaciones para 150 pasajeros y adaptado
principalmente para el servicio del. transporte de turistas en cómodas y
lujosas cabinas. También se destinaba al transporte de toda clase de
mercaderías en sus amplias bodegas.
Entre sus pasajeros ilustres, se recuerda al
Cardenal argentino, Monseñor José L. Coppelo. Este representante de la Santa
Sede, en su calidad de “delegado papal”, el domingo 2 de noviembre de 1941, se
embarcó en Ensenada hasta Puerto Varas acompañado de una selecta comitiva.
Desde Buenos Aires, vía San Carlos de Bariloche, se dirigía hacia Santiago, a
participar en el Congreso Eucarístico de aquel año.
El “Santa Rosa” navegó hasta el año 1945, en
que fue vendido; se pretendía desarmarlo y trasladarlo a Puerto Montt para
ponerlo en servicio entre Puerto Montt y Puerto Aysen.
Permaneció semidesarmado en Puerto Varas hasta
que un fuerte temporal lo arrojó a la playa donde sus últimos restos fueron
abandonados.
EL “BAJOS”
El "Bajos” fue construido por la firma
Schneider, de Valdivia, a petición del señor Cristino Haase de Los Bajos. El
casco era enteramente de fierro, entrando en servicios a mediados de 1907. Las
crónicas de ese tiempo señalan que el 14 de noviembre de aquel año llegó por primera vez a Puerto Varas. Este
vaporcito debía tener una capacidad de 40 toneladas, pero no cargaba más de 25
por defectos de construcción, que era desproporcionada. El casco era angosto y
a la vez demasiado alto, lo que ponía en peligro permanente la estabilidad de
la nave, incluso las veces que había poco oleaje. El capitán era don Luis
Haase, hermano del propietario.
El 18 de julio de 1915 fue adquirido por los
señores Julio Gerdes y Liborio Guerrero en la suma de $ 12.000, quienes lo
transformaron y lo bautizaron “Correo”.
El “Correo” resultó de la transformación del
vapor “Bajos” y como se ha dicho, sus nuevos propietarios eran don Julio Gerdes
y Liborio Guerrero. La cubierta superior fue desarmada; modernizado y provisto
.de lujosas cabinas para el servicio de transporte de pasaje¬ros. En el año
1916 el “Correo” fue adquirido por don Augusto Minte de Los Riscos, el que en
1915 también había adquirido el “Santa Rosa”. En 1918 éste fue vendido a don
Carlos Heim, quien lo aprovechó para la transformación y arreglo del “Cóndor”.
EL “CONDOR”
Había sido construido en el año 1909 por los
astilleros Behrens, de Valdivia, para don Adolfo Toelg en Puerto Varas. Tenía
23 metros de eslora, el casco era totalmente de fierro y su capacidad alcanzaba
a 60 toneladas; su andar era de 7 millas. Entró al servicio en
el mes de agosto de 1910. Encontrándose
anclado en Puerto Chico para su terminación definitiva, en el invierno del año
1910, un fuerte temporal de norte le cortó la cadena del
ancla, lanzándolo a la
playa. Afortunadamente los daños no fueron de consideración y pudo ser re
flotado por el “Santa Rosa”.
ancla, lanzándolo a la
playa. Afortunadamente los daños no fueron de consideración y pudo ser re
flotado por el “Santa Rosa”.
Carlos Heim, quien le hizo varias reparaciones
utilizando partes del vaporcito “Correo”, que había adquirido con anterioridad. El “Cóndor” terminó de navegar
en el Lago Llanquihue al ser vendido y trasladado al Lago General Carrera en la
provincia de Aysen, donde todavía permanece en servicio. El desarme y traslado
estuvieron a cargo de don José Ruiz.
EL “CHILE”
El propietario de este barco, don Cristino
Haase, le encargó su construcción a los astilleros Behrens, de Valdivia, pero
siendo armado en la localidad de Loí Bajos. El casco era totalmente de fierro,
de una capacidad de 120 toneladas y sus máquinas tenían una potencia de 200
H.P. Fue lanzado al agua el 2 de mayo de 1912 y pocos días después remolcado
por el “Santa Rosa” hacia Puerto Varas con el objeto de embarcar las máquinas y
caldera que llegaban por ferrocarril. Estas habían sido importadas de Alemania
y eran de alta precisión. El traslado, desde la Estación de Ferrocarriles; al
barco demoró dos días. Concluida esta faena, nuevamente hubo de ser remolcado
hasta Puerto Octay, lugar donde se dio término a la colocación de las máquinas
y resto de la construcción. Su andar era de 10 millas. El viaje de inauguración
se efectuó el 12 de julio de 1912 siendo su primer capitán don Luis Haase y el
piloto don. Antonio Aguila.
El 7 de diciembre de 1920, una ilustre
embajada española, integrada por S.A.R. don Fernando de Bavierc y Borbón, el
señor Embajador de España en Chile, dor José Francos Rodríguez, el Ministro del
Interior d: Chile, señor García de la Huerta y otras personalidades, se
embarcaron en el vapor “Chile” en Estación Llanquihue, con el fin de hacer un
hermoso paseo por el lago para posteriormente dirigirse a Puerto Varas, ciudad
que les brindó una cordial acogida.

El “Chile” era un vapor magnífico, el mejor
que navegó en el lago, de mucha comodidad y capacidad. Se mantuvo en servicio,
sin interrupción hasta el año 1954. Habían pasado más de 40 años de navegación,
por lo que hubo que hacerle reparaciones mayores en el casco y en las máquinas.
Permaneció varado en la playa de Puerto Octay por algunos años hasta que su
dueño, don Cristino Haase, lo vendió a don Domingo Kauak, de Osorno, quien lo
desguasó y vendió como fierro viejo.
En los últimos años los capitanes del “Chile”
fueron don Cristino 2o Haase, hijo del propietario y posteriormente don Enrique
Haase, hijo de don Luis.
Habían transcurrido exactamente 100 años desde
que se iniciaran los viajes con la balandra llamada “La Fundadora”, navegación
que tuvo un augo considerable en su tiempo, con una cantidad de vapores que
abastecían las necesidades de los colonizadores alrededor del lago.
“LA GAVIOTA”
Ha sido ésta la goleta más imponente y
gallarda que haya navegado en las aguas del lago. Fue construida por la firma
Schubbe y Bógel, por encargo del Sr. Otto Raddatz, de Puerto Varas, y siendo
aperada por don Alfonso Niklitscheck. Tenía 24 metros de eslora por 5 metros de
manga y la capacidad era de 60 toneladas de carga. Desde su construcción en el
año 1926 navegó hasta 1944. Poseía, además de las velas, un motor auxiliar que
se empleaba para aumentar su andar, pero principalmente cuando había calma de
viento. En cierta ocasión sufrió graves averías al chocar con unos pilotes de
un antiguo muelle en la localidad de Quilanto, que le produjeron una gran apertura
en el casco. Esta reparación, bastante complicada, demoró más de tres meses.

OTROS BARCOS A VELA
En el año 1906, don Germán Tampe Pecher
construyó una lancha a vela de dos palos, llamada “Santa Clara”. La construyó
en Puerto Rosales y posteriormente la permutó por un campo de don Nazario Gallardo. El capitán era don Eleuterio
Gallardo, que años después falleciera en la explosión del “Colonia”, en Los
Riscos.
Don Nazario Gallardo mantuvo la “Santa
Clara" desde el año 1908 hasta 1915. Con ella hacía fletes de maderas,
productos y otros equivalentes hasta 400 sacos de papas.
Don Lindor Gallardo era propietario de otra
goleta velera; navegó en la misma época que la anterior y cargaba hasta 250
sacos de papas, remolcaba al mismo tiempo una lancha que también cargaba 250 sacos.
EMBARCACIONES MENORES
LA “VENUS”
Fue seguramente la primera lancha a motor que
navegara en el Lago Llanquihue y pertenecía a don Enrique Martin, de Puerto
Octay. Algunos antecedentes señalan su existencia en el año 1896. Construida de
madera, su longitud era, aproximadamente, de 10 metros, poseía un motor y la
caldera se alimentaba con leña.
LA “PATRIA”
Fue construida por don Juan Lueckenheide, en
Los Bajos. Era enteramente de fierro y fue la primera lancha con motor a
bencina. Tenía 10 metros de eslora y su capacidad de carga era de 5 toneladas.
Estaba más bien. acomodada para el transporte de pasajeros y equipada para tal
objeto con una buena cabina. El viaje de inauguración lo realizó el 18 de
septiembre de 1907.
Navegó pocos años, pues un fuerte temporal la
sorprendió en el muelle de Los Bajos, cortándose sus amarras y siendo arrojada
a la playa, quedando con graves averías. Sometida a reparaciones y puesta
nuevamente en servicio, un temporal, esta vez en Puerto Chico, la lanzó a la
playa, junto con el vapor “Cóndor” y la lancha “Grey”; esto sucedió el 26 de
junio de 1910. Debido a daños irreparables la lancha hubo de ser desguazada.
LA “LAURITA”
Había sido construida por la firma Steffen, de
Valdivia, para su propietario, el doctor don Augusto Riffart, de Puerto Varas.
Estaba equipada para el transporte de enfermos provenientes de los distintos
lugares costeros del lago hacia Puerto Varas. Navegó solamente los años 1917 y
1918, debido a que un temporal en Puerto Varas la arrojó a la playa destruyéndola
completamente.
LA “CENTINELA”
Importada de Inglaterra, esta lancha fue
traída a Chile junto con el acorazado “Almirante Latorre” en el año 1921. Los
propietarios del balneario Centinela, señores Carlos Larraín Claro, Luis
Izquierdo y Luis Barceló Lira, la trasladaron al Lago Llanquihue. Navegó
durante muchos años como lancha de excursiones de los dueños del hotel hasta
que se hundió en Puerto Octay, siendo abandonada. Después de algunos años, don
Bruno Gubernatis la reflotó y la sometió a un arreglo general y colocación de
nuevas máquinas. Se encuentra hasta hoy en buenas condiciones de navegación.
LA “ELBA”
Construida por don Edmundo Opitz en
Puerto Varas, navegó durante cuatro
años, de 1925 a 1929,1 especialmente en la costa sur del lago. Tenía una
capacidad de carga de hasta 400 sacos de papas.
LA “ALMIRANTE”
Fue construida por encargo de don Cristino
Haase en Los Bajos. El nombre es un homenaje al almirante de la Armada de
Chile, don Luis Gómez Carreño. Navegó muy poco en el Lago Llanquihue, pues fue
adquirida por don Federico Reichert, domiciliado en Cayutue. lugar a donde fue
trasladada; navega allí con el nombre de “Chasqui”.
LA “CHINGUE”
Como la anterior, también había sido
construida por don Cristino Haase en Los Bajos; navegó muy poco tiempo en el
lago, pues fue vendida a don Humberto Kramm, quien la trasladó al Lago Rupanco.
LA “MOEWE”
Propietario de esta lancha era don Egor
Balduino Martin, quien la destinaba, por lo general, para efectuar excursiones
y paseos lacustres. Constantemente navegaba entre Puerto Octay y Centinela,
conduciendo grupos de turistas. Su capacidad era de 20 personas cómodamente
instaladas, con un motor que le daba una 1 velocidad de hasta 25 millas por
hora. Esta embarcación I
navegó hasta el 28 de febrero de 1931, fecha
en que un trágico accidente la dejó inutilizada y naufragada.
Aquel día llegaron de visita a esta región los
príncipes de Inglaterra Eduardo de Gales y su hermano, Jorge de Windsor, que
años más tarde ocuparían el trono con los nombres de Eduardo VIII y Jorge VI,
respectivamente. Habían llegado desde la ciudad de Osorno para pernoctar en el
Hotel Centinela. La banda militar del Regimiento “Caupolicán”, de Valdivia,
acompañaba a la comitiva de personalidades. Se había convenido que el vapor
“Chile” buscaría a los músicos para pernoctar en Puerto Octay más o menos a las
10 de la noche, hora en que se dio aviso por teléfono al vapor. Los músicos,
mientras tanto, se trasladaron al muelle y se encontraron que allí estaba la
“Moewe” y, consultada si podía hacer el traslado, todos se embarcaron en ella
sin esperar la llegada del “Chile”; eran 19 pasajeros y dos tripulantes. En la
oscuridad de la noche la lancha se encontró con el vapor “Chile”, el que, como
hemos dicho, buscaría a los mismos músicos; el encuentro se produjo justamente
en la angostura de entrada al Puerto de Octay. Como era de noche, el vapor hizo
uso de sus reflectores para orientarse en la oscuridad sin percatarse de la
presencia de la lancha, pero las potentes luces encandilaron, tanto al piloto
como a las demás personas que iban en ella. El piloto de la “Moewe”, a causa de
esto, ya no pudo orientarse e intempestivamente se produjo una fuerte colisión
que hundió a la embarcación en el mismo momento. De los músicos se ahogaron 12
y el maquinista, Sofanor Aguila. Fueron 13 las víctimas que ocasionó este
trágico accidente.
Los nombres de los músicos fallecidos fueron:
Vice sargento Primero, Luis Núñez Laso; Sargentos Segundos: Carlos Riffo, Julio
Meza, Alfredo Albarracín; Cabos Primeros: Eliseo Manso, Matías López; Cabo
Segundo: Enrique Bastías; Soldados: Teófilo
Soto, Luis Carrasco; Agregados: Raúl Casas, Oscar Palma y Luis Marchant.
LA “VENUS”
Fue construida por don Cristino Mardorf en
Puerto Octay. Navegó pocos años en el Lago Llanquihue. Un temporal la lanzó a
la playa en Los Bajos, lugar donde estuvo amarrada en el muelle de Held; las
amarras se soltaron en un temporal del este, quedando dañada entre las grandes
rocas. Su capitán era don Alfonso Hechenleitner, de Los Bajos. Una vez reparada
fue adquirida por don Mustafá Essedin, quien la destino al servicio de
pasajeros y cabotaje en el río Maullín, navegando entre Maullín y Puerto
Toledo; allí se le cambió de nombre por el de “Bremen”.
Además de estas lanchas o embarcaciones
menores existieron otras, como ser: la “Poza”y “Llanquihue”, de don Guillermo
Schadow; la “Iris”, de don Fernando Vymeister; la “Venus”, de don Wendelin Klenner, destinadas al transporte local de
turistas.
Fuera de las nombradas anteriormente,
numerosas personas proyectaron construir barcos o vapores en el lago. En el año
1889, un señor Bittner, hizo los trámites para importar un vapor desde
Alemania, pero por razones desconocidas desistió de este negocio. En 1898, los
hermanos Sommer, de Osorno, presentaron al Supremo Gobierno una solicitud para
una concesión de navegación en el río Maullín. La solicitud consistía en dejar
expedito este río para la navegación solicitando a su vez una subvención de $
4.800 por el término de seis años. En el año 1897, el señor José Hausdorf, de
Puerto Octay, proyectó la construcción de un vapor, lo que no pudo realizar por el elevado presupuesto. En
los años 1897 y 1898, don Emilio Martin, de Puerto Octay, también proyectó
construir un segundo vapor de fierro, proyecto que no se llevó a efecto por el
fallecimiento repentino del señor Martin el 5 de abril de 1898. En el año 1909,
el señor Germán Tampe, de Puerto Varas, hacía diligencias con la firma Behrens,
de Valdivia, para construir un vapor. En el año. 1910, la Sociedad Comercial
Chile-Argentina también pretendió construir un vapor propio en el lago,
proyecto que no se concretó debido a que esta firma se declaró en quiebra.
A medida que transcurrían los años, aumentaba
la producción agrícola en los contornos del lago. El primitivo sistema de carga
y descarga empleando botes desde la playa a los barcos y viceversa, no podía
mantenerse por las grandes cantidades de cargas existentes. Fue entonces cuando
los propietarios de terrenos adyacentes al lago vieron la necesidad de
construir sus propios muelles, para poder cargar y descargar con más rapidez y
facilidad toda clase de productos. Junto a los muelles también edificaron
bodegas de almacenaje y algunas veces líneas de rieles en el muelle con el
objeto de facilitar el trabajo.
Según la conformación geográfica de las
orillas del lago, que no era uniforme en sus profundidades, algunos muelles
tuvieron una extensión de 150 o más metros de longitud. Su construcción era una
faena que sólo podía ejecutarla gente experta; había que trabajar con un
martinete, siendo necesario enterrar los pilares lo suficientemente profundo
para que el muelle resistiera los temporales.
Como ejemplo, se pueden nombrar algunos:
En Puerto Varas (Puerto Chico) existían 2
muelles: el de la Sociedad Comercial Chile-Argentina y el de don Gustavo Schminke, con sus respectivas bodegas;
en Puerto Varas (Puerto Grande) había también 2 muelles. Siguiendo hacia el
norte nos encontramos con un gran muelle en Llanquihue, construido por los
hermanos Carlos y Alfredo Neumann; en Totoral existían los muelles de Müller y
Kretschmar; en Quebrada Honda de los señores Heim y Brandau; en Punta Larga
siguen Hornig, Aichele, Wetzel y otros; en Frutillar había 4: el de la
curtiembre de Richter, de la Sociedad Comercial Chile-Argentina, de don Adolfo
Richter y de la curtiembre de don Reinaldo Klocker. En Playa Maqui el muelle de
Schmidt y Kaschel; en Pichi Laguna el de Carlos Klocker; en Los Bajos existían
5 muelles: el de Held, el del puerto principal, Junge, Niepel y Haase.
Siguiendo hacia el norte nos encontramos con los muelles de Gádicke, Kusch,
Ldbel, Centinela y varios atracaderos en la bahía de Octay. En Playa Maiten
había 3 muelles: Siebert, Blaña y Krahm, y siguen los de Andler, Weisser,
Püschel; en Puerto Fonck, de Gebauer y Konrad; los muelles de Puerto Klocker
hacia Río Blanco y Ensenada, dando la vuelta por Los Riscos y La Fábrica con
varios muelles de importancia. En Playa Venado tenemos el muelle de Daniel y
Carlos Tampe y en río Pescado el muelle Opitz; también en La Poza y en Puerto
Rosales.
COMERCIO, INDUSTRIAS Y AGRICULTURA
La colonia de Llanquihue se desarrolló con una
vida propia a causa del aislamiento del resto del Territorio de Colonización,
que se inició en el año 1850 con el plan de colonización de las provincias
australes de don Vicente Pérez Rosales y don Bernardo Philippi. Prácticamente
disponían de una sola salida hacia el lado
sur por la vía de Puerto Varas hacia Puerto
Montt. Esa vía aislada tuvo un desarrollo propio y típico a esa región. La
región del lago se vio solamente unida por la navegación y se formaron centros
de comercio y culturales, estableciéndose en aquellos lugares toda clase de
comercio, pequeñas industrias y centros culturales.


Puerto Varas y Puerto Octay eran los puertos
de enlace para la comunicación entre Puerto Montt y Osorno, y más al norte. El
único camino para transportar los productos y mercaderías de la colonia era a
través del lago, y desde Puerto Varas por tierra por empresas de transporte en
carretas tiradas por bueyes. En dirección hacia Osorno existía un camino
malamente transitable hasta el pueblo de Cancura; desde allí sólo existía una
senda para traficar a caballo. Este camino, hasta Chan Chan, era la única vía
hacia el norte para descargar los productos agrícolas de aquella región hacia
el Puerto de Octay. Es así como la Sociedad de Ñuble y Rupanco, que se servía
de este camino, transitaba por él toda su producción agrícola y mercaderías,
hacia y desde Puerto Octay para ser transportada por vapor hacia Puerto Varas y
de allí a Puerto Montt. En efecto, en tiempos de temporada llegaban a Octay
desde aquella sociedad 50 y más carretas cargadas de productos agrícolas que
daban un movimiento inusitado al Puerto de Octay y las calles estaban atochadas
de carretas. El transporte por el lago era intenso asimismo desde Puerto Varas
a Puerto Montt.
Los otros pueblos intermedios, principalmente
Los Bajos y Frutillar, mantenían igualmente un intenso movimiento comercial
relacionado con la navegación en el lago y que mutuamente se complementaban.
Existían tres tiendas en Los Bajos: de
Juan
Lückenheide, Federico Sunkel y Carlos
Hitschfeld; dos molinos de Jerman Bendix
y Juan Lückenheide; un hotel de Carlos Aichele, después de Bernardo Wellmann;
destilería de alcohol y tienda de Francisco Klocker; herrería de Juan Steger;
mueblería de Eugenio Hollstein; hojalatería de Jakob Brugger. Propietarios de
vapores don Cristino Haase, Julio Gerdes y Juan Lückenheide.
En Frutillar existían las casas comerciales
importa¬doras y exportadoras de don Adolfo Richter y la Sociedad Comercial
Chile-Argentina, más la tienda de Edmundo Winkler con Enrique Müller y Carlos
von Bischoffshausen. Antes existían las tiendas de Carlos Richter y Roberto
Klenner, con hotel; había dos curtiembres de Klenner y Winkler, que se traspasó
a don Adolfo Richter y la de don Reinaldo Klocker; cervecería de don Luis
Nicklitscheck, que fue vendida a don Germán Galle; 2 molinos de Bernardo Richter
y Eduardo Winkler; destilería de alcohol de
Richter; 2 herrerías de Enrique
Vymeister y Femando Hechenleitner; mueblerías de Oscar Runge, Gottlieb
Schonherr, Albino Winkler, Reinaldo Winkler; zapaterías de Francisco Winkler y
Francisco Klesse; sastrerías de Santiago Kuschel, Gaspar Potthoff y Bernardo
Nannig. Hoteles y casas de hospedaje de Roberto Winkler, Roberto Klen ner,
Pablo Krause y otros. El pueblo de Llanquihue, recién en el año 1893 nacía, con
la venta de los primeros sitios y se formó después que hubo llegado el
ferrocarril.
Richter; 2 herrerías de Enrique
Vymeister y Femando Hechenleitner; mueblerías de Oscar Runge, Gottlieb
Schonherr, Albino Winkler, Reinaldo Winkler; zapaterías de Francisco Winkler y
Francisco Klesse; sastrerías de Santiago Kuschel, Gaspar Potthoff y Bernardo
Nannig. Hoteles y casas de hospedaje de Roberto Winkler, Roberto Klen ner,
Pablo Krause y otros. El pueblo de Llanquihue, recién en el año 1893 nacía, con
la venta de los primeros sitios y se formó después que hubo llegado el
ferrocarril.
En Puerto Varas existía un inusitado
movimiento comercial; desde allí se proveía la colonia de Llanquihue con toda
clase de mercaderías y también el puerto donde llegaban los productos agrícolas
para ser transportados a Puerto Montt. La construcción
del ferrocarril (1909) causó, en primer término, la supresión del carreteo por
tierra entre Puerto Varas y Puerto Montt y las empresas de transporte tuvieron
que liquidar esta actividad. El cierre de este comercio no influyó en la
navegación del lago y aun el tráfico lacustre fue en aumento, porque crecía la producción
agrícola y el transporte por ferrocarril hacía más expedito el traslado dé los
productos.
Sólo cuando se inició en mayor escala la
construcción de caminos y con esto los consiguientes métodos de transporte por
camiones, la navegación en el lago se hizo inadecuada para la salida de la
producción agrícola. Consecuentemente este rubro de trabajo fue decayendo en
forma paulatina y los vapores, que en su tiempo daban un gran aspecto de
actividad a toda la colonia, fueron obligados a dejar esta actividad por falta
de fletes.
Paralelamente con la decadencia del transporte
por el lago, también sufrieron serios problemas de decadencia los pueblos de
Octay y Los Bajos en especial. Muchas casas comerciales y otras actividades
tuvieron que cerrar sus puertas. Los pueblos cercanos a la línea férrea y al
camino longitudinal absorbieron estas actividades. Puerto Varas es, sin duda,
el centro más importante de la región del lago; el Desagüe (después Estación
Llanquihue), se desarrolló en un gran centro industrial y comercial; por
último, Frutillar se dividió en dos partes: Frutillar Bajo, a orillas del lago,
es un centro turístico y residencial de primera importancia, mientras que
Frutillar Alto, junto a la línea del ferrocarril y camino longitudinal, se
desarrolló como industrial y comercial.
EPILOGO
Los primeros colonizadores llegaron el 3 de
marzo de 1852 desde el puerto de Corral, por vía La Unión y Osorno, a la orilla
norte del lago, a la región de Playa Maitén. Entre ellos se encontraba el señor
Francisco Klagges, laborioso industrial, quien el primer año procedió a
instalar un molino movido por una rueda de agua. En cambio, los colonos que se
ubicaron en la región sur del lago, llegaron el 28 de noviembre del mismo año.
La ubicación en sus parcelas demoró alrededor de dos años, y la producción de
alimentos, especialmente trigo para la molienda, se retrasó por algunos años,
toda vez que carecían de un molino para producir la harina.
Ahora bien, a falta de comunicación en esos
primeros años, algunos colonos construyeron dalcas o canoas para navegar en el
lago, con el objeto de proveerse de sus necesidades, navegar hasta Puerto Chico
o bien para socorrerse entre ellos.
En tal sentido, muchos osaron embarcarse en
esas frágiles canoas hasta atravesar el lago y llegar a Playa Maitén llevando
un poco de trigo para el molino del señor Klagges y volverse con la molienda de
harina. En esas difíciles travesías, por demás peligrosas, y sólo con el
impulso de los remos, sucedieron lamentables desgracias.
En efecto, algunas veces debieron lanzar su
carga al agua para no naufragar, y salvarse del oleaje que en muchas ocasiones
se levanta de improviso; en otras ocasiones perecieron algunos de esos
intrépidos colonos con toda su carga. Entre éstos se puede nombrar a un señor
Gebauer, de La Fábrica, el cual naufragó con toda la carga y con sus
acompañantes.
Pero como no existían diarios ni otro tipo de
publicaciones, se nos escapan muchas noticias y hechos sobre la historia y la
navegación en el lago.
Los Padres Jesuítas, de Puerto Montt,
recorrían constantemente los contornos del lago en su obra de asistencia
espiritual a los colonos. Llevan también desde aquellos años un libro “Diario”
donde se escriben los más importantes hechos acaecidos. En ese “Diario” se
encuentra textualmente el siguiente relato:
Año 1871. Enero 27: “Don Pedro Belmar y don
Carlos Piñeyrose embarcaron a las 10 en Puerto Varas y a las 3 1 /4 naufragaron
cerca de Puerto Octay, probablemente frente al “Centinela” por llevar las velas
fuertemente amarradas a la escota, y murieron todos, es decir, ocho personas”.
El lo de febrero llegó la noticia del
naufragio, sin saberse más detalles.
El 7 de febrero, textualmente dice: “Como a
las 9 horas hallaron en Playa Maitén el cadáver de Piñeyro; el padre Dalman,
avisado por un peón, lo descubrió dentro del agua y lo sacó de allí en
presencia del padre Bernardo, de Klagges y otros vecinos. Estaba íntegro, con
un ojo salido, el labio partido y una mejilla despedazada, completamente
vestido; le sacaron el reloj que se había parado a las 3 1/4, dos medallas y
dinero. Le hicieron una buena caja, y a las 4 lo enterraron en el cementerio de
Playa Maitén. Luego enterraron a los dos bogadores que también perecieron aquel
día”.
El día 11 de febrero, se anota que “se halló
el cadáver de don Pedro Belmar, también en Playa Maitén, y el señor Klagges lo
enterró en su cementerio”.
En la relación que precede se ha visto que la
fuerza y magnitud de las olas y temporales causados principal¬mente por el
puelche o viento de la cordillera, en muchas ocasiones ha producido daños de
consideración a vapores y embarcaciones que navegaban por el lago. Pero el daño
no fue sólo en los barcos, sino que causó también momentos de dolor y tristeza
por las pérdidas irreparables de vidas humanas. En los primeros años, tal vez
por falta de experiencia en estas actividades o por desconocimiento de la
repentina violencia de los vientos, perecieron cantidad de personas que se
arriesgaban a navegar en frágiles canoas. De las muchas desgracias se puede
nombrar aquella de mayor magnitud y tristeza ocurrida el 18 de julio de 1895
cuando por un fuerte temporal que se desencadenó durante un viaje desde Octay
al Volcán, perecieron todos los pasajeros de una de estas embarcaciones. Fueron
don Augusto Püschel, su esposa, Anna Benesch, dos hijos, un yerno y dos
hermanos Habert, dejando enviudadas los dos últimos sus familias.
APENDICE
CARLOS HEIM RADDATZ, ARMADOR NAVIERO
Son muchas las personas que con su esfuerzo y
empuje lograron mantener las empresas de navegación entre los diversos puertos
y lugares del Lago Llanquihue. En páginas anteriores se han señalado a algunos
de ellos. El negocio no era floreciente, ya que el mantenimiento de las naves
era de alto costo, toda vez que el agua y los temporales constantemente
causaban daños y pérdidas en las embarcaciones. Es necesario, entonces, estar
dotado de mucho amor propio y de deseo de servir a la comunidad.
Don Carlos Heim, desde muy joven, captó las
posibilidades comerciales y turísticas de la región del Lago Llanquihue; él vio
que esta zona estaba dotada de innumerables atracciones, entre las cuales
podían ofrecerse a los turistas excursiones a través del lago y alrededores.
Descendiente de los esforzados colonizadores
teutones, sus padres fueron don Godofredo Heim y doña Luisa Raddatz. Ambas
familias provenían de Silesia y llegaron al naciente Puerto Montt el 19 de
noviembre de 1860 en el velero “Iserbrook”. Días después ambas familias se
establecieron en Punta Larga, lugar donde el 5 de diciembre de 1875 naciera
nuestro personaje. Pero el año siguiente, la familia Heim-Raddatz decide
trasla¬darse a Puerto Chico, donde se encontraba la mayor población. Allí, don
Godofredo se dedicó a la fabrica¬ción de toneles o tinas de madera, hechos
especialmente para envasar la mantequilla. Algunos años después se establecieron
en Puerto Varas en la propiedad que hasta hoy es de la familia Heim-Raddatz.
Concluidos sus estudios en la Deutsche Schule
de Puerto Montt, don Carlos trabajó algunos años en compañía de su padre en la
industria de la familia; posteriormente se hizo cargo del “Hotel Bellavista”,
que todos conocemos.
Como hombre visionario, don Carlos Heim
comprendió las buenas posibilidades que presentaba el negocio de los vapores
recorriendo los diversos lugares junto al lago. En pocos años ese trabajo lo
entusiasmó y no nos sorprende entonces que en 1918 se haya transformado en
armador naviero, adquiriendo primeramente el vaporcito “Correo” y en seguida el
“Santa Rosa”, con lo que pudo realizar el servicio de pasajeros, carga y
correspondencia por los diversos puertos del contorno.
En Puerto Varas tenía la oficina principal,
con representantes en Frutillar y Puerto Octay. Muchas veces él mismo navegaba
acompañando a los capitanes y pasajeros de sus vapores. Se puede afirmar que
una larga época de la navegación lacustre se identifica con don Carlos Heim R.
A los vapores anteriores hay que agregar el “Cóndor”, que también se utilizó
como nave de pasajeros y carga. Años más tarde —1938— el “Santa Rosa” fue
sometido a una completa reparación, cuando incluso fue alargado en ocho metros
para' una mejor utilización en favor de sus usuarios. Para atender de manera
más eficiente a los usuarios, la empresa poseía su muelle propio conjuntamente
con bodegas también de su propiedad. Hasta hace pocos años todavía era posible
observar los últimos vestigios de esa época en que la movilización sólo era
posible mediante el servicio de los vapores.
Don Carlos Heim formó su hogar con la señora
Clara Minte Brandau y fue padre de cinco hijos. En reconocimiento a su labor
por la comunidad, la Municipalidad de Puerto Varas lo designó “Hijo Benemérito
de la comuna”.
Tenía 96 años cuando falleció el 24 de enero
de 1972.
Eduardo Tampe Maldonado S.J. (de “El
llanquihue”)





visitar el mar y tener la oportunidad de ver y disfrutar de cerca su fauna marina, es bastante bueno, creo yo que es una manera tambien de empezar a tomar conciencia de cuidar nuestro medio ambiente, dejando de arrojar basura al mar, lo leí en este artículo cabañasenensenada.com
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